DIGITALIZACIÓN Y TRABAJO: UN FUTURO INCIERTO PARA LAS MUJERES

La disrupción tecnológica ha supuesto un cambio en la manera en que nos comunicamos, trabajamos y socializamos. Las empresas se encuentran en un proceso de digitalización del sistema productivo que cambiará las demandas del mercado laboral tal y como lo conocemos.

El Foro Económico Mundial estima que en 2022 desaparecerán 75 millones de puestos de trabajo, producto de los cambios tecnológicos, pero que, por el contrario, surgirán 133 millones de empleos con nuevos roles.

Estos nuevos empleos requerirán un alto nivel de especialización en materias STEM (Sciencie, Technology, Engineering and Maths), generando nuevos trabajos de alta calidad, pero eliminando los trabajos de carácter rutinario y que requieren un nivel formativo medio. Son los llamados “empleos de cuello blanco” y se encuentran principalmente en los sectores de la banca y el comercio.

Ante esta situación, el propio Foro advierte que es necesario tomar medidas de aquí a 2022 para evitar un “indeseable escenario en que todos pierdan” que se traduciría en desempleo masivo, escasez de talento y creciente desigualdad.

Hoy en día, las mujeres concentran la mayor tasa de temporalidad en el empleo y sufren más limitaciones en el momento de desarrollar sus carreras profesionales o progresar en la escala retributiva.

Si hacemos una predicción sobre la evolución del empleo de las mujeres ante el futuro mercado laboral, los datos no son esperanzadores. Por ejemplo, el porcentaje de mujeres y hombres que cursan carreras universitarias y formaciones profesionales relacionadas con las áreas STEM indican una clara masculización de estas áreas. Por poner un ejemplo, en las universidades catalanas, los hombres representan el 85-90% del conjunto de las personas que estudian ingenierías.

Ante esta situación, resulta imprescindible que las administraciones públicas asuman el liderazgo de la transformación digital desde una óptica transversal: no sólo en relación a los cambios tecnológicos, sino también en lo relativo a las consecuencias que éste generará en el mercado laboral, y esto pasa por una apuesta decidida por la formación continua y adaptación de currículos formativos.

Resulta necesario, además, que este liderazgo se asuma con perspectiva de género, esto es, potenciando la presencia de las mujeres en las acciones de formación y reciclaje en las áreas STEM y empoderando y reconociendo a las mujeres dentro de estas áreas, para que ellas también sean referentes.

Hay que seguir trabajando para construir las sociedades del futuro, pero poniendo a las mujeres en el centro.

 

Gabriel Bonnín Ramis

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