Reindustrialización y territorio: el papel clave de las administraciones locales

En las últimas décadas, España ha vivido una transformación económica marcada por la pérdida de peso del sector industrial, con consecuencias que todavía se hacen notar. España, junto con los Países Bajos, es el país que más ha sufrido el proceso de desindustrialización desde el 1995, con una disminución de 8 puntos entre 1991 y 2023, una cifra superior a la media de la Unión Europea, que ha registrado una pérdida de 5,4 puntos en el mismo periodo (Sebastian, 2019). Esta desindustrialización, iniciada con la reconversión industrial de los años 80 y 90, se justificó con el objetivo de modernizar el tejido productivo y hacerlo más competitivo a los mercados internacionales. Sin embargo, en muchos casos, este proceso supuso el desmantelamiento de sectores enteros y la privatización o venta a capital extranjero de los sectores más rentables.

Esta transformación económica consolidó un modelo económico basado en el turismo y la terciarización, que, si bien generó crecimiento en algunos periodos, también ha expuesto la economía española en una mayor volatilidad y vulnerabilidad ante crisis externas. El discurso dominante durante años promovió una España orientada al sector servicios, desincentivando la producción industrial y externalizándola hacia países con costes laborales más bajos. La pérdida de interés por la industria se hizo evidente cuando en el 2000, durante el gobierno de Aznar, se eliminó el Ministerio de Industria y Energía, integrándolo en el de Economía.

Este enfoque ha situado España como la economía más dependiente del turismo dentro de la OCDE, representando el 12,3% del PIB y el 11,6% de la ocupación total (INE, 2023). El sector turístico representa, de media entre los países de la OCDE, el 4,4% del PIB y el 6,9% de la ocupación (Merino, 2020). A diferencia otros países europeos con un fuerte tejido industrial, esta especialización ha provocado sueldos más bajos y una ocupación más precaria, especialmente en las zonas con una dependencia excesiva del turismo. Estudios recientes evidencian que municipios con mayor peso industrial, como Esplugues de Llobregat, presentan salarios medios casi el doble de los de zonas turísticas como Lloret de Mar o Blanes (OTMP, 2023).

Este modelo, pero, está cambiando. En los últimos años, España ha experimentado un giro en su estrategia económica, pasando de una dependencia casi exclusiva del turismo a una diversificación que incluye una fuerte apuesta por el sector industrial. Este giro responde a la necesidad de garantizar un modelo económico más estable y sólido, capaz de generar ocupación de calidad y ser menos vulnerable a las crisis coyunturales. En esta línea, en diciembre de 2024, el Consejo de Ministros aprobó la nueva Ley de Industria y Autonomía Estratégica, con el objetivo de impulsar la reindustrialización de España y fortalecer su autonomía para reducir la dependencia de sectores externos en materias primas y componentes estratégicos. Estas políticas se enmarcan en un contexto global cada vez más intervencionista, donde tanto Europa como otras regiones buscan fortalecer sus cadenas de suministro para evitar crisis de abastecimiento como la vivida durante la pandemia.

En Cataluña, el Parlamento aprobó el Pacte Nacional per la Industria el 2016, estableciendo como objetivo incrementar el peso de la industria hasta el 25% del PIB al 2030 (actualmente se encuentra al 20,6% según datos de IDESCAT del 2023). La industria, por lo tanto, vuelve a ocupar un lugar central en el debate económico y político, y tanto las instituciones públicas como los agentes sociales y económicos coinciden en la importancia de una mayor industrialización.

Los beneficios de la industria: una apuesta estratégica

Basándose con el libro Why Does Manufacturing Matter? Which Manufacturing Matters? (2012), hay múltiples argumentos a favor del sector industrial. En primer lugar, desde una perspectiva económica, la industria es el sector que más ganancias de productividad genera a largo plazo y el que más capacidad tiene para difundir estas mejoras al resto de actividades económicas. Hay múltiples estudios sobre la relación entre las actividades de alto valor añadido y las industrias de conocimiento, y el sector manufacturero. En términos económicos, los países con más capacidad de exportación y una balanza comercial favorable son países con gran peso industrial, como Alemania o China (Costas, 2012).

En segundo lugar, desde una perspectiva social, el sector industrial se caracteriza para generar ocupación estable y de calidad. Cómo se ha mencionado anteriormente, el salario medio de la industria es más elevado que en otras actividades económicas (un 8,64% superior que la media al 2022). Además, la industria genera contratos de trabajo más estables y de mayor calidad, mientras que en el sector servicios la contratación temporal tiene un peso importante. Y, dentro de la UE, los países con un VAB industrial más alto presentan una menor tasa de paro (Sebastián, 2019). Por lo tanto, apostar por la industria significa apostar por una mejor calidad por la ciudadanía.

En tercer lugar, varios estudios han demostrado que el crecimiento desmesurado del sector financiero se ha asociado con incrementos significativos en la desigualdad económica y social. En contraste, la presencia de una industria manufacturera fuerte contribuye a una distribución más equitativa de la riqueza y a la consolidación de una clase media sólida, aspectos fundamentales para la estabilidad democrática (Helper te al, 2012).

En cuarto lugar, la industria destaca por su capacidad de innovación. Las empresas manufactureras tienen una tendencia mucho más elevada que otros sectores a introducir nuevos productos, procesos de producción y modelos de negocio.

El papel de la administración local en la política industrial

En España, la política industrial es una competencia compartida entre el Estado y las comunidades autónomas. Esto permite a estas diseñar políticas propias y gestionar polígonos industriales, pero los ayuntamientos también tienen un papel clave puesto que planifican el suelo industrial, regulan infraestructuras e impulsan servicios para la industria. Tradicionalmente la política industrial se ha considerado una cuestión de ámbito nacional o autonómico, y a menudo se ha pasado por alto la perspectiva local. Pero el papel de los ayuntamientos es esencial para favorecer la implantación industrial, impulsar su competitividad y crear condiciones óptimas por su crecimiento.

La industria contribuye al reequilibrio territorial. Su presencia fomenta una distribución más homogénea de la actividad económica y de la ocupación. Cataluña cuenta con 1.452 polígonos de actividad económica repartidos por el país, que juegan un rol importante en el desarrollo económico. Pueden ser un motor económico generando ocupación de calidad y nuevas oportunidades de negocio, y además, su implantación a menudo comporta mejoras en infraestructuras y servicios públicos que mejoran la calidad de vida de la población local.

Históricamente, los municipios han configurado la política industrial mediante su planeamiento urbanístico, delimitando el suelo destinado a actividades industriales dentro de sus términos municipales. Esta tarea, pero, se ha hecho sin una planificación coordinada, que ha dado lugar en polígonos industriales dispersos y de dimensiones reducidas que a menudo no responden a una estrategia global ni a las necesidades actuales de las empresas.

Las empresas no son neutrales al decidir donde instalarse puesto que diferentes localizaciones implican variaciones en términos de ingresos, costes y eficiencia operativa. Más allá de bonificaciones y subvenciones, los ayuntamientos pueden fomentar la implantación industrial promoviendo un entorno favorable, con espacios adaptados y competitivos, con servicios de calidad. Además, tienen las competencias de flexibilizar los usos urbanísticos para adaptarse a nuevas formas de producción (el concepto de la nueva industria).

Por otro lado, es imprescindible una relación fluida entre sector público y privado para gestionar los polígonos de manera eficiente. Los espacios de diálogo entre ayuntamientos y empresas, preferentemente articulados mediante un único interlocutor como asociaciones empresariales, permiten detectar necesidades reales y dar respuesta a problemas concretos. Según Antón Costas (2017), crear un clima de colaboración entre gobierno y empresas es más efectivo que ofrecer incentivos financieros directos.

La administración local también puede tener un papel en las políticas de ocupación. La prospección de las necesidades de las empresas locales permite identificar los perfiles profesionales más demandantes, y así adecuar la oferta de formación y ocupación a la realidad. La proximidad de los servicios de ocupación supone una ventaja para la industria, que puede acceder con más facilidad al talento que necesita (Estela et al., 2014).

Y más allá del ámbito municipal, la planificación de los polígonos industriales tiene que tener una visión territorial amplia y así evitar la fragmentación en la gestión del suelo industrial. Un ejemplo de éxito es la Mancomunidad de la Conca d’Òdena, donde siete municipios han desarrollado el Plan Director Urbanístico de la Actividad Económica (2023). Este plan ha permitido delimitar nuevos polígonos con una visión territorial global, minimizando el consumo de nuevo suelo y garantizando la continuidad de estos nuevos polígonos con los ya existentes. Otro caso de éxito es la elaboración de los Planes Directores de Polígonos de Rubí (2014) o Terrassa (2023) que han permitido identificar y planificar las inversiones en mantenimiento necesarias para promover el atractivo de los polígonos, y también mejorar la relación de confianza entre la administración pública y el tejido empresarial. Gracias a esto se han impulsado iniciativas compartidas que han contribuido a fortalecer el posicionamiento estratégico de los polígonos dentro de los términos municipales.

Conclusiones

A finales del siglo XX, el debate sobre la política industrial quedó estigmatizado, considerándose una injerencia excesiva del Estado en la economía. El ministro de Industria del primer gobierno de Felipe González, Carlos Solchaga, lo resumió con la célebre afirmación: “la mejor política industrial es la que no existe”. En aquel contexto, predominaba la idea que la industria tenía que evolucionar sin intervenciones públicas, guiada únicamente por las dinámicas del mercado.

Aun así, el tiempo ha demostrado el error de este enfoque. Los países que han mantenido una apuesta firme por su industria manufacturera presentan índices de crecimiento económico más elevados y menores tasas de paro. La globalización y la deslocalización han evidenciado la fragilidad de un modelo excesivamente dependiente de los servicios. Ante este escenario, es imprescindible recuperar un papel activo en la política industrial. Este reto, pero, no puede recaer exclusivamente en el ámbito estatal o autonómico, también requiere un impulso desde el ámbito local. Los ayuntamientos tienen un papel fundamental en la reindustrialización, gestionando y modernizando los polígonos industriales para que atraigan inversiones y mejorar infraestructuras. Estos factores son determinantes para impulsar un tejido productivo competitivo y, en definitiva, para hacer una política industrial efectiva.

Claudia Puig Fernandez

BIBLIOGRAFÍA

Costas, A., 2017. El retorno de la política industrial. El País.

Costas, A., 2014. Manufacturing Matters. Reflexions sobre els avantatges de tornar a la indústria. Torna la indústria: Estan preparades les ciutats? Diputació de Barcelona.

Diputació de Barcelona, 2024. El paper dels ajuntaments en la política industrial. Informe econòmic local de la província de Barcelona.

Estela, O.; Boixader, J.; Canals, P. I Xalabarder, M., 2014. El paper de l’Administració local en la política industrial. Torna la indústria: Estan preparades les ciutats? Diputació de Barcelona.

Helper et al., 2012. Why Does Manufacturing Matter? Which Manufacturing Matters? Metropolitan Policy Program at Brookings.

INE, 2023. Aportación del turisme en la economía española. Disponible a: https://www.ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=estadistica_C&cid=1254736169169&menu=ultiDatos&idp=1254735576863

Méndez Gutiérrez del Valle, R., 2014. Redefinir la indústria en el segle XXI. Torna la indústria: Estan preparades les ciutats? Diputació de Barcelona.

Merino, Á., 2020. El peso del turismo en el PIB y en empleo. El orden Mundial. Disponible a: https://elordenmundial.com/mapas-y-graficos/peso-turismo-pib-empleo/?utm_source=chatgpt.com

Sebastian, M., 2019. La política industrial del siglo XXI. Políticas industriales en España: pasado, presente y futuro.