|

HACIA DONDE VA NUESTRO SISTEMA DE BIENESTAR? ALGUNAS EVIDENCIAS DEL CÍRCULO DE COMPARACIÓN INTERMUNICIPAL DE SERVICIOS SOCIALES (2015)

La jornada de presentación del XV Círculo de Comparación Intermunicipal de Servicios Sociales de la Diputación de Barcelona, celebrada el viernes 13 de enero, nos deja perspectivas interesantes sobre la evolución reciente y la situación actual de los servicios sociales.

En la ponencia central, Alfonso Lara, Policy Director del  European Social Network defendió la toma de decisiones basada en evidencias, sobre lo que funciona y es más coste-efectivo, y puso algunos ejemplos del ámbito social.  El Círculo de Comparación se basa en indicadores de gestión y no de impacto, de un total de 56 municipios de la demarcación de Barcelona. Sin embargo, la lectura de los indicadores y su evolución en el último decenio proporciona evidencias de lo que ha pasado en los servicios sociales en cuanto a la accesibilidad del servicio, la cobertura de las necesidades atendidas, y las disparidades en su desarrollo territorial.

Fijándonos sólo en algunos de los muchos hilos narrativos que proporciona el informe, y mirando de sustanciar algunas intuiciones compartidas por gestores y profesionales del sector, el Círculo proporciona pistas sobre cuál es el foco de atención en los Servicios Sociales Básicos, a 10 años de la aprobación de la LAPAD y la ley de servicios sociales.

En este tiempo, y como era de esperar, ha crecido la atención a la dependencia pero la entrada de nuevos usuarios al sistema queda parada alrededor de 2011. En 2015, 8 de cada 1.000 habitantes son usuarios de SAD, mientras que 19 de cada 1.000 tienen un Programa Individual de Atención (PIA) aprobado. Los Servicios Sociales de Atención Domiciliaria se han extendido, básicamente, entre la población de más de 85 años, y con una especial intensidad en una prestación como es la teleasistencia. En resumen, el despliegue de la LAPAD se encuentra prácticamente interrumpido desde 2011, y ha quedado concentrado en el colectivo de más edad, y en base a prestaciones económicas o tecnológicas y no tanto de servicio, que son las que a priori tendrían un retorno social más elevado.

Los indicadores del Círculo son especialmente contundentes a la hora de demostrar como el actual foco de los servicios sociales básicos no es ni la promoción de la autonomía, ni la integración de las personas en redes relacionales, sino la atención de situaciones de pobreza material. El año 2015, con un 15% de población atendida por los Servicios Sociales Básicos, el porcentaje de población catalana en situación de privación material severa se sitúa en un 6%. Es así como se entiende que la reciente tendencia incremental del gasto corriente per cápita de los SSB esté totalmente sesgada hacia la dotación presupuestaria de las prestaciones económicas de urgencia social, que ha pasado de ser de 3,3 euros por cápita a 7,4 entre 2010 y 2015.

Los indicadores permiten constatar, también, las disparidades territoriales en la financiación y cobertura de servicios y prestaciones (de atención a situaciones de vulnerabilidad económica, pero también de dependencia), en función de la dimensión poblacional de los municipios.

Ampliando la perspectiva al rol de otros subsistemas de bienestar con los que se relacionan los servicios sociales (como educación, salud y vivienda), en la mesa redonda de clausura de la jornada, Xavier Martínez Celorrio propuso que el objeto de todos estos debe ser la lucha contra todos aquellos mecanismos que posibilitan la herencia social de la pobreza, y más en un contexto donde el ascensor social se encuentra en movimiento descendente para amplias capas de la población.

Las evidencias que proporciona el Círculo de servicios sociales de este año, pues, interpelan no únicamente los servicios sociales sino al conjunto del sistema de bienestar, desde el momento en que éste está dejando de actuar bajo una lógica de superación de aquellas dinámicas (materiales, sí, pero también de capital social, relacional y educativo y cultural) que, reproduciendo desigualdades, erosionan la cohesión social.

Emma Rué