Ayer tuve la ocasión de participar en un evento organizado por la Comunidad de “Ciudades” de la Plataforma “El Día Después” (www.diadespues.org), con la que vengo colaborando, en el que 15 alcaldes/as y 5 expertos/as debatieron sobre las consecuencias que la crisis del coronavirus tendrá en nuestras ciudades.

Dado el extraordinario consenso suscitado, entre ciudades de diversos tamaños y colores políticos, os comparto alguna de las reflexiones que me parecieron de interés.

1. La crisis sanitaria ha puesto a prueba la capacidad de resiliencia de los servicios sociales y la respuesta coordinada de los servicios municipales y la sociedad civil. En tiempo récord los ayuntamientos, en muchos casos con la colaboración de las ONGs y voluntariado, han sido capaces de dar respuesta a los más vulnerables: las personas “sin techo” y mayores en situación de soledad, fundamentalmente.

Al mismo tiempo, los ayuntamientos son conscientes del trabajo duro que está por venir. De la necesidad de dar respuesta a un sustancial incremento de demandantes de los servicios sociales, hasta ahora no habituales, y a la que deben dar respuesta con las limitaciones presupuestarias y de recursos ya endémica. Es evidente que en esta nueva etapa “post-corona”, tanto la cooperación interadministrativa como el tejido asociativo local desplieguen todo su potencial para no dejar a nadie en el camino.

2. Desde el punto de vista de la movilidad y el medio ambiente, la crisis va a profundizar en las transformaciones urbanísticas que han puesto en marcha muchas ciudades en busca de un tránsito más sostenible y una ciudad más amigable para los que la habitamos.

Todas las ciudades apuestan por incrementar las peatonalizaciones, las zonas 30, los carriles-bici, las supermanzanas, la mejora del transporte público y, en definitiva, todas aquellas medidas que contribuyan a mantener el aire libre de polución atmosférica que nos ha descubierto la crisis (no todo iba a ser malo).

Sin embargo, son igualmente conscientes de un riesgo no menor: las medidas sanitarias que priorizan el transporte individual frente al colectivo, no deben hacernos caer en la tentación de volver a un desplazamiento tan contaminante como el automóvil. La apuesta debe seguir siendo por la bicicleta y el tránsito peatonal, al tiempo que se extremen las medidas sanitarias para el transporte público.

3. Desde el punto de vista económico y de empleo, la situación “post-corona” también será complicada. Algunos ayuntamientos ya han adoptado medidas, incentivos y bonificaciones en la tributación municipal para paliar los problemas de tesorería de los/as autónomos/as y pymes, pero son conscientes que no serán suficientes.

Sabemos que la parálisis económica y la desescalada afecta muy especialmente al tejido productivo más sensible y que concentra más del 90 % del empleo local: el comercio, el turismo, la hostelería y la construcción, por lo que será necesario reinventarse y plantear nuevos programas de apoyo basados en las TIC (plataformas de servicios compartidos para el comercio), la innovación, la potenciación de los servicios de proximidad (basados en el nuevo modelo de movilidad urbana), la economía circular, etc.

Por último dos reflexiones finales, una más operativa y otra más estratégica:

  • La operativa: es absolutamente prioritario que las Entidades Locales puedan disponer de los remanentes positivos de tesorería que hayan podido generar a lo largo de estos años y así poder dar adecuada respuesta a las necesidades sanitarias, económicas, laborales y sociales que van a tener que afrontar a lo largo de los próximos meses, si no, años.
  • La Agenda 2030 y el “Green Deal” europeo deben marcar las estrategias a seguir, pero sin duda deberán acelerarse. Como nos señaló recientemente Rebeca Grynspan, en otra reunión de esta misma Comunidad, “el corto y el largo plazo tienen algo en común: empiezan hoy”.

Nota final: el encuentro está grabado y disponible en la página web de El Día Después: www.diadespues.org.

 

Miguel Ballesteros

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