No descubro la sopa de ajo si digo que uno de los sectores más afectados por las consecuencias derivadas de la crisis del COVID-19 van a ser el comercio minorista no alimentario al que se le sumaran las consecuencias de permanecer prácticamente dos meses cerrado con el descenso de la renta disponible de los consumidores y consumidoras.

En un webinar organizado recientemente por la APD en el que participaron como ponentes Ignacio Rivera, consejero delegado de Estrella Galicia; Jaume Miquel, presidente consejero delegado de Cortefiel y Miguel Fluxà, CEO de Camper, surgieron algunos elementos relevantes a tener en cuenta sobre la materia.

Por un lado, se acelerarán tendencias que venían de diez años atrás y en 2-3 meses sucederán cosas (están sucediendo cosas) que habrían sucedido en 5. Una muy clara es el incremento del e-commerce y con ello el refuerzo del canal digital para todo el retail. En este sentido, hay plataformas que seguirán dando cancha y espacio al pequeño comercio y éste ha de saber aprovechar la oportunidad.

El cliente seguirá presionando mucho por precio y calidad y por otro lado su cada vez mayor preocupación por la sostenibilidad va a exigir más trazabilidad en todos los productos. Por otro lado, las exigencias en flexibilidad van a impedir mucho apalancamiento en stocks. Las marcas van a buscar las fuentes de aprovisionamiento que cubran mejor la demanda de sus clientes

Respecto a la posible relocalización de algunas actividades industriales no parece que la alternativa proteccionista sea la que cuadra mejor con la productividad y la exigencia de precios bajos de la clientela.

La venta directa al cliente y la omnicanalidad va a ser una estrategia que las marcas van a potenciar y el pequeño comercio tiene que buscar su espacio en este nuevo escenario. La experiencia física de contacto con el producto sigue siendo necesario para muchas marcas.

Para que la gente vuelva a las tiendas hay que darle confianza y seguridad y, por otro lado, no asustarle con tanta confianza y seguridad. En este sentido hay que hacer todo lo posible para que el cliente disfrute volviendo a la tienda y el tono vital de las personas que venden va a ser importante.

En general las tiendas van a estar más digitalizadas, donde más en el almacén, y el personal tendrá que estar más cualificado en tecnología para poder recomendar adecuadamente. La venta asistida va a ganar espacio. Sobre todo, no hay que perder la esencia del retail: el trato humano, la empatía.

Durante los próximos meses habrá que dar salida a importantes stocks que se han quedado en las tiendas y habrá bajadas importantes de precios. Aquellos que quieran jugar a la diferenciación, deberán defenderla muy bien.

Para finalizar, algunas recomendaciones de política económica:

  • Marco claro en la renegociación de alquileres. Está demasiado abierta a la voluntad de las partes.
  • Alargamiento del periodo de vigencia de condiciones especiales para los ERTEs, más allá del periodo de alarma.
  • Facilidades para la reconversión flexible de las competencias profesionales de las personas.
  • Flexibilización de horarios comerciales.

 

Jaume Amill

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