MUCHAS PREGUNTAS Y, AÚN, POCAS RESPUESTAS

La semana pasada asistí al Fórum de la OCDE sobre Empleo y Desarrollo Local celebrado en Oporto. El objetivo de este evento era explorar el futuro del trabajo en el contexto del cambio tecnológico, haciendo especial énfasis en su dimensión territorial.

No es fácil hablar de las conclusiones del Fórum. Expertos asiáticos, europeos, americanos y australianos realizaron diferentes aproximaciones a la cuestión planteada, la mayoría de ellas complementarias, pero en sus intervenciones abundaron más las preguntas que las respuestas. Especialmente difícil fue extraer recetas para los Policy Makers: ¿Qué políticas hay que poner en marcha para aprovechar las oportunidades del aceleramiento tecnológico? Y, sobre todo, ¿qué hacer para que grandes bolsas de ciudadanos no queden descolgadas del mercado de trabajo?

Una de las grandes preguntas propuestas se relaciona con la imperiosa necesidad de diseminación de las competencias digitales: todo el mundo está de acuerdo en que hay que hacerlo; el problema aparece cuando se desciende un escalón, ¿qué competencias digitales hay qué diseminar? Las dudas no son pequeñas, ya que la lista de los posibles skills en este campo empieza a ser interminable.

El debate también se plantea en torno a otra cuestión relevante: ¿cuáles son las tecnologías disruptivas que van a marcar el futuro y, por lo tanto, una parte importante de las características del mercado de trabajo de futuro? La incertidumbre también es elevada en este campo, aunque Inteligencia Artificial y Big Data van a la cabeza según los expertos.

¿Y sobre las competencias no digitales? Hay cierto consenso en los expertos, parece que todas las competencias relacionadas con las habilidades interpersonales están al alza. Además, muchos ponentes manifestaron el papel creciente de las humanidades, eso sí, siempre que se combinen con el complemento tecnológico.

¿Llevará la tecnología a la renta universal garantizada? ¿Quién gana y quién pierde? ¿Se deslocaliza irremediablemente el empleo? ¿Pueden hacer algo los sindicatos? ¿La innovación social será algo más que un eslogan? Son algunas de las preguntas que fueron también apareciendo.

En todo caso, tres ideas fuerza que flotaron en el ambiente son:

  1. La ola tecnológica que se está formando y que parece acelerarse estos últimos años es de tal dimensión, que sería una locura no estar muy atentos a ella; no podemos dejar de surfearla, pero tenemos que intentar ver hacia dónde va.
  2. Cuanta más mixtura haya en las estrategias, mejor: humanismo y tecnología, competencias digitales y relacionales, subsidios e incentivos a la incorporación al mercado de trabajo, pegarse al día a día y otear el horizonte…
  3. Flexibilidad para poder cambiar el rumbo tanto como sea necesario; las incertidumbres son demasiado grandes para no estar seguro de casi nada.

Lo dicho, pocas respuestas, pero quizás eso no sea tan malo: si las preguntas son buenas, estas serán el punto de partida para solucionar los problemas.

 

Gregori Cascante

 

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