Sobre Daniel Blake y la búsqueda de empleo

Hace un par de sábados fui a ver la última película de Ken Loach, «I, Daniel Blake«. Cuenta la historia de un carpintero ingles víctima de la burocracia del sistema. Daniel ha sufrido un infarto que le impide trabajar. Esto es lo que él sabe y lo que considera su médico, pero no es lo que evalúa la seguridad social, que le declara apto para trabajar y lo pone en el circuito de los trabajadores que deben buscar empleo activamente.

La película transcurre en escenarios, que por mi actividad profesional, me resultan muy familiares, oficinas o clubes de empleo y centros de servicios sociales, y muestra algunas realidades próximas a muchas que he conocido.

Al ver la película volví a darle vueltas a una cuestión que creo que no está bien resuelta, la diferencia entre la demanda y la necesidad de servicios de muchas personas en situación de desempleo.

Es frecuente el caso de personas sin trabajo que solicitan cursos de formación que poco o nada tienen que ver con su perfil profesional cuando lo que necesitan es pasar por un proceso de orientación profesional. Un proceso que les aporte información sobre las oportunidades que ofrece el mercado de trabajo para que, a partir de esta información, puedan decidir con solvencia si optan por formarse, por seguir en la orientación o por buscar empleo.

Pero la necesidad sólo la observa el o la profesional que atiende a las personas sin empleo, se llame este profesional, orientador, insertor, asesor o técnico de apoyo. Por el contrario, muchas de estas personas creen que participar en un programa de orientación es una pérdida de tiempo, por ello demandan servicios más concretos y tangibles como un curso de formación.

Más frecuente aún es el caso de personas en desempleo que demandan trabajo y consiguen un curso o la participación en un programa de orientación.

La cuestión no es fácil de resolver porque nadie nos ha explicado que el paso del desempleo, la educación o la formación al empleo no es automático ni tiene porque ser rápido ni sencillo. Aunque tampoco, lento y complejo. Como casi siempre, depende de cada caso.

Para ser justos, quizás sí que alguien nos lo ha contado, pero ha sido ya en los servicios de empleo y, a menudo, cuando ya llevamos tiempo sorprendidos, inquietos o enfadados frente a unas dificultades que no preveíamos. Quizás alguien debería habernos puesto sobre aviso en la escuela, el instituto o la universidad. Entonces sabríamos que buscar empleo forma parte de las cosas que debemos aprender a hacer.

Creo que, en parte, esta es la clave de la cuestión, asumir que el paso del desempleo al empleo es un proceso que requiere preparación. Me parece que a partir de aquí, tenemos más capacidad y libertad para elegir los programas de empleo que más nos convienen y para aceptar el asesoramiento de los y las profesionales en el proceso.

Y esto me lleva a otra cuestión que fue objeto de un intenso debate en una formación que impartí y compartí con los y las orientadoras del Servicio Valenciano de Ocupación y Formación (SERVEF) a mediados de octubre.

La cuestión que se debatió es la finalidad de los procesos de orientación y acompañamiento a las personas desempleadas. Algunas de las personas asistentes al curso defendieron la idea que la orientación que no tiene como resultado la inserción laboral es un fracaso.

Hay que decir que cada vez es más frecuente que los programas de acompañamiento a la inserción requieran resultados. Y a mí me parece que esto es positivo porque es necesario mejorar la eficiencia en la prestación de los servicios de empleo.

Sin embargo, no puedo dejar de pensar en la relación entre mejorar la autonomía personal, la capacidad de tomar decisiones y la de identificar y gestionar recursos, que es la finalidad de los procesos de orientación y la inserción laboral.

En fin, que todo esto me lleva de nuevo a pensar en Daniel Blake, lo que él quería, lo que querían los otros, las decisiones que él tomo y las decisiones que otros tomaran por él. Y eso que Daniel Blake tenía claro lo que quería.

Monserrat Parramon

6 Comentarios

  1. Jaume Amill Miralles-Reply
    1 diciembre, 2016 en 16:41

    Muchas gracias por tu post Montse.
    Ken Loach, siempre preocupado por los devastadores efectos de las injusticias de nuestro sistema. Menos mal que quedan directores así.
    En otro orden de cosas, me parece muy interesante la dicotomía que planteas entre objetivos de resultado, valorables y mensurables fácilmente, como la inserción laboral frente a otros objetivos más complejos de evaluar como la autonomía personal. Seguramente no es fácil discernir dónde hay que poner el énfasis. Supongo que habrá que analizar trayectorias personales de más lago plazo para poder sacar conclusiones.
    Por cierto, ¿recomiendas la película?

  2. Alexandra-Reply
    2 diciembre, 2016 en 16:50

    Muy bueno Montse! comparto tu opinión sobre el resultado del proceso de orientación, no es sólo la inserción la que lo hace exitoso.

  3. Gregori Cascante-Reply
    5 diciembre, 2016 en 07:59

    Loach acostumbra a ser certero cuando apunta y esta vez la diana ha vuelto a ser el “Sistema”. En algún momento de la película fuerza un poco las cosas para conseguir su objetivo, pero en mi opinión acierta cuanto menos en dos aspectos: En reivindicar a los Danieles Blake: buena gente en el buen sentido de la palabra, que no solo han currado bien e intensamente toda su vida, sino que han cumplido (como ciudadanos) con el Sistema y que, delante una adversidad, éste les ha dado la espalda. Ken Loach describe su perplejidad magistralmente.
    También acierta cuando por boca del protagonista exige un trato humano, personal y flexible por parte de los servicios públicos.
    De costes, eficiencia y sistema de incentivos no se habla en la película, pero eso es harina de otro costal.
    En todo caso, Jaume, claramente recomendable.

  4. Emma Rué-Reply
    7 diciembre, 2016 en 18:21

    Aquest post i el debat al SERVEF que hi descrius m’ha recordat, tot i que a la inversa, una sessió de formació que vaig donar, ja fa uns quants anys, a tècnics d’ocupació d’Andalusia, i a la qual assistia una regidora. En un moment donat, es va produir un debat encès entre els tècnics que reclamaven que l’únic objectiu de l’orientació era la millora de l’ocupabilitat, i la política, que considerava que sense inserció no es podia parlar d’èxit. Entenc que deixar de banda l’objectiu de la inserció i aspirar únicament a «millora l’ocupabilitat» de les persones non és defensable. Però mesurar l’èxit únicament a través de la inserció, renunciant a mesurar impactes «soft» com són la millora de l’autonomia personal a l’hora de saber quina feina buscar, de quina manera i aplicant quins recursos, potser tampoc no és el desitjable.

  5. Pablo García-Pellicer-Reply
    22 diciembre, 2016 en 21:05

    Gracias por el post sobre esta película, que yo también recomiendo vivamente.
    Además de lo dicho, creo que también se plantea la diferencia entre la humanidad de Daniel Blake y la frialdad «del sistema»; la relación de este con la madre y los niños, a la que ayuda de múltiples maneras (sencillas y no-económicas) contrasta con la falta de la mirada al Hombre concreto de casi todas las personas y recursos de empleo.
    Y esto es importante; porque muchos de nosotros tenemos la suerte de estar trabajando en proyectos que intentan mejorar las ciudades y /o el funcionamiento de determinados programas… y alienta saber que detrás de todos ellos habrá muchos hombres buenos como D.Blake a los que quizá les podamos facilitar un poco las cosas.

  6. Jordi-Reply
    22 diciembre, 2016 en 23:31

    En mi opinion D. Blake plantea de lleno las rígideces de un sistema que parece retroalinentarse de sus propias limitaciones. En una época durísima a nivel de empleo, gasto social, recortes de todo tipo y el sistema como tal intentando adaptarse a estas circunstancias hace que salten a la luz situaciones dramáticas que podrian evitarse con una eficiente lectura de las necesidades reales de un tejido social que ya entra «dañado» en estos circuitos de demandante de empleo, subsidios, etc. Con el objetivo de evitar el fraude y penalizar aquellas conductas pro-activas en la busqueda de empleo D.blake habla también de como el propio sistema se protege así mismo creando mas normas y olvidando que a la vez lo convierte en un ente inaccesible y blindado frente a necesidades reales que la sociedad demanda.

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